RESPUESTAS BIBLICAS

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domingo, 21 de octubre de 2012

Jonás y el Gran Pez

Entre las críticas a la Biblia, hay pocas historias que se hayan abordado más frecuentemente que el relato de Jonás y el gran pez (Jonás 1:17). Tal vez se ha puesto en ridículo este relato más frecuentemente que ningún otro relato bíblico. Los críticos simplemente declaran que es muy difícil creer que un pez pudiera haber tragado a un hombre, y luego haberle vomitado sin ningún daño tres días después. Sin embargo, el problema con este relato no es el hecho que un pez pudiera tragar a un hombre. En el pasado, se sugería que ningún pez podía tener una garganta lo suficiente grande para tragar a un hombre, pero hoy los científicos admiten que el cachalote, que habita en el Mar Mediterráneo, es capaz de tragar a un objeto tan grande o más grande que un hombre (vea Scheffer, 1969, pp. 82-87). El tiburón ballena y otros animales marinos grandes pueden hacer lo mismo. Tampoco existe disputa sobre el hecho que un hombre pudiera vivir por aproximadamente 72 horas dentro de tal animal. Realmente se ha documentado estos hechos (vea Rimmer, 1936, pp. 188-189).
Aunque existen peces con gargantas lo suficientemente grandes para tragar a un hombre, e incluso se puede documentar que un hombre puede vivir tres días dentro de un pez, estos puntos no están relacionados al tema. ¿Por qué? No son importantes porque el texto indica que Dios usó Sus poderes milagrosos en la vida de Jonás. Jonás 1:17 específicamente declara que Dios “tenía preparado un gran pez” para tragar a Jonás. Jonás 2:10 indica que Dios mandó que el pez vomitara a Jonás en tierra seca. La burla de los críticos tiene que ver con el hecho que el relato de Jonás es milagroso, no con el hecho del tamaño de la garganta del pez o el tiempo de supervivencia de un hombre dentro de un pez. Lo que enfrentamos aquí es un caso claro de prejuicio contra lo sobrenatural.
La pregunta real es: ¿Es posible lo sobrenatural? Si Dios existe, entonces los milagros son posibles. Si Dios creó, entonces ciertamente lo sobrenatural es posible, ya que Dios pudiera escoger intervenir en Su creación en cualquier momento. Si Cristo se levantó de los muertos, entonces lo sobrenatural es posible. Entonces, finalmente, rechazar lo sobrenatural es equivalente a rechazar a Cristo. Esto puede no significar casi nada para el ateo o el religioso modernista que califica el relato de Jonás como un mito y que hace mucho ha abandonado la creencia en la deidad de Cristo. Pero ¿cuál debería ser la respuesta del cristiano?
Primero, notemos que se presenta el relato de Jonás como una historia auténtica, detallando la conversión de multitudes de gentes en una ciudad real—la gran ciudad asiria de Nínive (Jonás 3:5). Se menciona a Jonás como un profeta real en 2 Reyes 14:25. Los historiadores y comentaristas judíos antiguos aceptaron el registro completo de Jonás, y ellos estuvieron más cerca geográficamente y cronológicamente que los liberales modernos. Segundo, la razón más convincente para aceptar el registro de Jonás es que Cristo mismo lo aceptó. Note que en Lucas 11:32, Cristo comentó sobre el hecho que “[l]os hombres de Nínive...a la predicación de Jonás se arrepintieron”. En cuanto al milagro del gran pez, Jesús dijo: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:40). Por ende, el Señor mismo calificó la preservación y restauración milagrosa de Jonás como un tipo y profecía de Su propia muerte, sepultura y resurrección.
Esto deja al cristiano con tres opciones. (1) Jesús estuvo equivocado; simplemente ignoraba Su error en cuanto a Jonás. Jonás realmente no pasó tres días en el vientre del gran pez, incluso cuando Jesús dijo que lo hizo. (2) Jesús mintió en cuanto al hecho. Supo que los eventos registrados nunca sucedieron, pero todavía empleó el relato “como si” realmente hubiera pasado para realizar una comparación con Su propia situación. (3) Jesús dijo la verdad en cuanto al tema; los eventos que el libro de Jonás registra realmente ocurrieron, y como tales, el Señor los usó adecuadamente con referencia a Su propia muerte inminente y circunstancias relacionadas a ella.
Jonás y Jesús permanecen de pie o caen juntos. No se puede desechar el relato de Jonás como si fuera alguna clase de cuento de hadas sin importancia, y al mismo tiempo abogar por la deidad de Cristo. El testimonio de Jesús fue que los eventos en cuanto a Jonás fueron literales y tan históricos como los eventos de Su muerte, sepultura y resurrección. La evidencia que apoya los hechos en cuanto a Jesús también apoya los hechos en cuanto a Jonás.
Si no fuera por el antagonismo del ateísmo, y la infidelidad del modernismo religioso, se aceptaría fuera de toda duda la historia de Jonás, así como Jesús la aceptó. Los que respetamos a Cristo y Su testimonio reconoceremos (y defenderemos) lo que Cristo reconoció y defendió. Hacer algo menos socava la deidad de nuestro Señor, y eso es algo que no debemos tomar a la ligera.

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