Una joven sufrió 17 años de abandono y depresión
Silvia nació luego de un acto de infidelidad de su madre, por lo que nadie en su familia la esperaba.
Tres años después de su nacimiento, su madre conoció a
un hombre y se fue con él, dejándola en abandono, a ella y sus siete
hermanos. Como resultado, se criaron con su abuela, en una casa en que
fue víctima de abusos.
Silvia siempre se sintió sola, despreciada y
abandonada; siempre buscaba a alguien que la quisiera, que se diera
cuenta de lo que vivía y que la salvara.
Al cumplir 13 años, se fue a vivir con su hermana
mayor, quién ya había construido su propia familia. Silvia se había
hecho grandes ilusiones, sentía que su vida volvía a tener sentido de
nuevo.
La realidad, sin embargo, fue otra. Vivió la misma
situación que había sufrido en casa de su abuela. Tenía que cocinar,
limpiar y servir de niñera mientras su hermana y cuñado trabajaban.
“Tenía una expectativa, me había hecho toda un fantasía, pero me encontré con todo igual”, cuenta Silvia.
Lo que Silvia había pasado desde su niñez, el
sufrimiento, el abuso, el abandono y ahora la situación con su hermana,
era demasiada carga y comenzó a pensar en suicidarse.
“Pensaba que no servía para nada, no tenía sentido
que viviera. Pensaba que si me moría, nadie se enteraría, no le
modificaría la vida a nadie”, recuerda.
Dichosamente ella nunca tuvo el valor para quitarse la vida y decidió afrontar su realidad.
Su realidad estaba a punto de cambiar. Su cuñado y su
hermana comenzaron a asistir a un lugar donde les hablaban de Dios y
ella comenzó a observar un cambio en ellos.
Un día su hermana la invitó a acompañarlos; al
principio, Silvia se resistió, pero al ver cómo su hermana le hablaba de
una forma diferente, tanto que parecía otra persona, decidió acceder.
A partir de ese momento, comenzó a asistir ese lugar,
hasta que sus oídos escucharon lo que desde hace tanto tiempo quería y
necesitaba escuchar: -“Aunque tu padre y tu madre te hayan dejado con
todo yo te recogeré”, esa frase quedó grabada en su mente y en su
corazón.
Silvia decidió acercarse a la persona que había dicho aquello y ahí le explicaron que esas palabras provenían de la Biblia.
“Me contó que era una promesa de Dios para mi y para cualquiera que lo quisiera creer”, cuenta Silvia.
“Me contó que era una promesa de Dios para mi y para cualquiera que lo quisiera creer”, cuenta Silvia.
Ella en ese instante se dio cuenta que Dios sí
existía y todo aquel dolor y tristeza que había reprimido por 17 años,
salieron en ese instante.
Silvia liberó todo lo que la había hecho sentir inútil y despreciada cuando conoció del amor de Jesús.
Dios escuchó su oración. A los 22 años, Silvia se
casó y tuvo dos hijos. Ahora tiene lo que siempre quiso, la familia que
nunca tuvo, Jesús se la había dado y todo el dolor que vivió,
desapareció.
“Dios es absolutamente todo para mi, Él cumplió su palabra conmigo”.
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